5 Consejos sobre Oraciones A La Virgen Maria que Puede usar Hoy

oraciones para dormir bien 2020-09-25

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oraciones a la virgen maria

eres nuestra vida y consuelo. Estando bajo tu sombra protectora, y en tu maternal regazo, nada vamos a poder tener miedo. Ayúdanos en nuestra peregrinación terrena e intercede por nosotros ante tu Divino Hijo en el momento de la muerte, a fin de que alcancemos la eterna salvación del alma. Haz que merezcamos oír en el fondo del alma esas palabras. Sí, eres nuestra Madre; la Madre de Dios es nuestra Madre, la más tierna, la más compasiva. Y para ser nuestra Madre y cobijarnos bajo el manto de tu protección te quedaste en tu imagen de Guadalupe.

, haz que cumplamos, cada día, nuestras promesas bautismales, con las que hemos renunciado a Satanás, a sus proyectos y seducciones, y sepamos ofrecer al mundo un gozoso testimonio de promesa cristiana. ¡ Oh Virgen leal, que fuiste siempre solícita y dispuesta a recibir, conservar y meditar la Palabra de Dios! , haz que también , en medio de las dramáticas contrariedades de la historia, sepamos mantener siempre y en todo momento intacta nuestra fe cristiana, tesoro apreciado trasmitido por nuestros padres. ¡Oh Virgen naciente, promesa y aurora de la salvación para todo el planeta!

El Año De San José

¡Oh Virgen Inmaculada, Madre del verdadero Dios y Madre de la Iglesia! , que desde este sitio manifiestas tu clemencia y tu compasión a todos y cada uno de los que piden tu amparo; escucha la oración que con filial seguridad te dirigimos y preséntanos ante tu Hijo, Jesús, único Redentor nuestro. Madre de misericordia, Profesora del sacrificio escondido y silencioso, a ti, que sales al acercamiento de nosotros, los pecadores, te consagramos en este día todo nuestro ser y nuestro amor. Te consagramos también nuestra vida, nuestro trabajo, nuestras alegrías, nuestras enfermedades y nuestros dolores. Da la paz, la justicia y la prosperidad a nuestros pueblos; puesto que todo cuanto poseemos y somos lo ponemos bajo tu cuidado, Señora y madre nuestra.

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Oración A Nuestra Señora Para La Curación

Dios de poder y de clemencia, bendeciste las Américas en el Tepeyac con la existencia de la Virgen María de Guadalupe. Que su intercesión asista a todos, hombres y mujeres, a aprobarse entre sí como hermanos y hermanas. , que desde este lugar manifiestas tu clemencia y tu compasión a todos los que piden tu amparo; escucha la oración que con filial confianza te vamos y preséntala frente tu Hijo Jesús, único redentor nuestro. Amada María, dulce mi madre, libérame de mis contrincantes que corroen mi alma y la maldad que está en mi acecho, eternamente voy a estar agradecido y a ti serán mis sentimientos de devoción y fidelidad.

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Que esta Medalla sea para todos , prenda del amor que nos tienes, y nos recuerde nuestros deberes para contigo. Que siempre y cuando la llevemos nos bendiga tu cariñosa protección, y nos conserve en la felicidad de tu Hijo. ¡Oh bendita entre todas las mujeres, que vences en pureza a los ángeles, que superas a los santos en piedad!

Ámbas palabras del saludo del ángel se aclaran mutuamente. María es la llena de felicidad pues el Señor está con ella. La felicidad de la que está colmada es la presencia de Aquel que es la fuente de toda gracia. En la primera parte de la oración se recoge el saludo del ángel, del enviado del Señor.

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Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Contempla esta enorme mies, e intercede para que el Señor infunda apetito de santidad en todo el pueblo de Dios, y dé abundante vocaciones de curas y religiosas, fuertes en la fe y celosos dispensadores de los misterios de Dios. Virgen de Guadalupe, Madre de las Américas, te pedimos por todos y cada uno de los Obispos, para que conduzcan a los leales por caminos de intensa vida cristiana, de amor y de humilde servicio a Dios y a las ánimas. Padre de Clemencia, que has puesto a este pueblo tuyo bajo la particular protección de la siempre Virgen María de Guadalupe, Madre de tu Hijo, concédenos, por su intercesión, reforzar en nuestra fe y buscar el progreso de nuestra patria por caminos de justicia y de paz. ¡ Oh Virgen clemente, que siempre y en todo momento has abierto tu corazón maternal a las invocaciones de la humanidad, a veces lacerada por el desamor y hasta, desgraciadamente, por el odio y la guerra! enséñanos a crecer, todos juntos, según las enseñanzas de tu Hijo, en la unidad y en la paz, para ser dignos hijos del único Padre celestial. El Consejo General Internacional solicita que este documento llegue a todas las Conferencias, Consejos y obras vicentinas del mundo, y que las oraciones que contiene se mediten durante los meses de mayo y junio de 2020.

María, mujer de la decisión, ilumina nuestra cabeza y nuestro corazón, a fin de que sepamos obedecer a la Palabra de tu Hijo Jesús sin vacilaciones; danos la valentía de la decisión, de no dejarnos arrastrar a fin de que otros orienten nuestra vida. Ayúdanos a fiarnos de forma plena de él, a creer en su amor, más que nada en los instantes de tribulación y de cruz, cuando nuestra fe es llamada a crecer y a madurar. Ayúdanos a dejarnos tocar por su amor, a fin de que tengamos la posibilidad tocarlo en la fe. Desde que inició su Pontificado en 2013, el Papa Franciscoha hablado en múltiples oportunidades sobre la importancia de laVirgen María para la Iglesia católica, destacando su fe, su caridad y su amor sin límites.

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En el Avemaría, descubrimos 2 reacciones de la oración de la Iglesia centradas en la persona de Cristo y apoyadas en la singular cooperación de María a la acción del Espíritu Santo (Cf Catecismo de la Iglesia Católica 2675). El Avemaría es una oración vocal, o sea, que se hace repitiendo palabras, recitando fórmulas, pero no por ello es menos intensa, menos personal. Asiste a los líderes de las naciones, a fin de que actúen con sabiduría, diligencia y generosidad, socorriendo a los que carecen de lo preciso para vivir, planeando resoluciones sociales y económicas de largo alcance y con un espíritu de solidaridad. Madre de Dios y Madre nuestra, implora al Padre de misericordia que esta dura prueba termine y que volvamos a encontrar un horizonte de promesa y de paz.

Te pedimos, Señor, infundas tu felicidad en nuestras psiques, para que los que conocimos por el mensaje del ángel el secreto de la encarnación de tu Hijo, seamos conducidos a la gloria de la resurrección, por los méritos de Su Cruz y Pasión. Por exactamente el mismo Cristo nuestro Señor. Pequeña y dulce María, princesa mía, sin pecado concebida, estrella de mis días y desde niña la mas impecable profecía. Ilumina esta vida mía, en ocasiones enceguecida, sin ansias ni esa y completamente empobrecida. Hazme, pequeña Maria, luz en estos días y resplandor en la obscuridad del alma mia. Hazme niño, pequeño y dulcísimo a fin de que el Buen Dios escriba lo que ha amado de esta vida, para su gloria y como verdad que alumbra.

Les solicito un auténtico amor a Jesucristo. Espero de vos tener una aceptable muerte; Mi madre, por el cariño que tenéis a Dios les suplico que siempre me ayudéis, pero más en el último instante de mi vida. No me dejéis hasta el momento en que me veáis salvo en el cielo para bendeciros y cantar vuestras misericordias por toda la eternidad. Oh Virgen, Madre de Dios, Inmaculada María, nos ofrecemos y consagramos a ti, bajo el título de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa. Que esta medalla sea para todos nosotros, prenda del amor que nos tienes, y nos recuerde nuestros deberes para contigo. Que siempre que la llevemos nos bendiga tu amorosa protección y nos conserve en la felicidad de tu Hijo.

  • Para explicar esta oración es realmente útil proseguir los números 2676 y 2677 del Catecismo de la Iglesia Católica.

Por tu justicia, presente en nuestros corazones, reine la paz en el mundo. Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos. Contempla esta enorme mies, e intercede para que el Señor infunda hambre de santidad en todo el Pueblo de Dios, y entrega abundantes vocaciones de curas y religiosos, fuertes en la fe, y celosos dispensadores de los misterios de Dios. Virgen de Guadalupe, Madre de las Américas, te solicitamos por todos y cada uno de los obispos, para que conduzcan a los leales por caminos de intensa vida cristiana, de amor y de humilde servicio a Dios y a las ánimas. La oración vocal es quizás la más humilde, la más simple de educar y de estudiar y, al mismo tiempo, la que más nos educa en la fe, en nuestra adecuada relación con Dios.

Somos pecadores y no merecemos tu protección. Pero al contemplarte en la Medalla Prodigiosa con los brazos libres, invitándonos a acercarnos a Ti y con las manos vertiendo a torrentes tus bendiciones, animosos acudimos a tus pies, para exponerte durante esta novena nuestras urgentes necesidades.

oraciones a la virgen maria

Animado por esta confianza, a Vos acudo, oh Madre, Virgen de las vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis errores me atrevo a comparecer frente Vos. Oh madre de Dios, no desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benigna mente. Nos ponemos en sus manos «ahora», en el hoy de nuestras vidas. Y nuestra confianza se ensancha para entregarle desde ahora, «la hora de nuestra muerte». Que esté que se encuentra en esa hora, como estuvo en la desaparición de su Hijo al pie de la cruz y que en la hora de nuestro tránsito nos acoja como madre nuestra para conducirnos a su Hijo Jesús, al Paraíso, a nuestra felicidad eterna en el pleno y eterno amor de Dios. Madre amantísima, acrecienta en el planeta el sentido de pertenencia a una única y enorme familia, tomando conciencia del vínculo que nos une a todos, para que, con un espíritu fraterno y solidario, salgamos en asistencia de las varias maneras de pobreza y ocasiones de pobreza.

La serpiente infernal, contra la cual fue lanzada la primera maldición, prosigue atacando ferozmente y tendiendo nudos a los desterrados hijos de Eva. Salve Reina de misericordia, Señora de todo el mundo, Reina del cielo, Virgen de las vírgenes, Sancta Sánctorum, luz de los ciegos, gloria de los justos, perdón de los pecadores, reparación de los desesperados, fortaleza de los lánguidos, salud del orbe, espejo de toda pureza. Realice tu piedad que el planeta conozca y experimente aquella gracia que hallaste frente al Señor, consiguiendo con tus santos ruegos perdón para los pecadores, medicina para los enfermos, fortaleza para los pusilánimes, consuelo para los afligidos, auxilio para los que peligran. Concede a nuestros hogares la gracia de amar y de respetar la vida que comienza, con exactamente el mismo amor con el que concebiste en tu seno la vida del Hijo de Dios. Virgen Santa María, Madre del Amor Precioso, resguarda a nuestras familias a fin de que estén siempre muy unidas, y bendice la educación de nuestros hijos. Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María! , que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, suplicando vuestro auxilio, haya sido desprotegido.

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